“LA FORMACIÓN DE MAESTROS EN LAS ESCUELAS NORMALES”
Autor: Ernesto Meneces.
El texto arriba mencionado, bien podría llamarse “La tragicomedia del magisterio mexicano en el sexenio del genocida”, aunque, si fuera ese el nombre, se estaría abusando de la generalidad y ambigüedad de los términos utilizados. Para ubicar temporalmente los sucesos en los que se desarrollan los datos recopilados por el autor, debemos remitirnos al periodo de gobierno de Luis Echeverría Álvarez como Presidente de México (1970-1976).
De entrada, se podría decir que Meneces redundó sobre un tema por demás conocido: que si a los maestros les alcanzaba para comer, que si el gobierno hacía caso omiso, y cosas y más cosas… Resumiendo, los siguientes fueron los puntos más importantes tocados por el autor en su texto:
- En la Asamblea Nacional de Educación Normal se analizaron los temas como: 1) El plan de estudios. 2) Los recursos materiales y humanos. 3) El plan nacional de formación de profesores.
- En base a las propuestas de las diversas reuniones y asambleas, se cambió el plan de estudios de educación normal en 1972. Las áreas que lo integraban eran: formación científico-humanística; formación física, artística y tecnológica; y formación específica para el ejercicio de la profesión.
- En 1971 se creó la Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio.
- Según El Universal, la reforma educativa se convirtió en panacea.
- Muchos maestros no tenían empleo, y los que sí lo tenían recibían sueldos por debajo del mínimo.
- El ambiente educativo era de desconfianza y desasosiego, en torno al tenso clima y las relaciones tirantes entre el profesorado y el gobierno.
- Diferencias notables entre los aumentos de salario simbólicos destinados a los maestros y la inflación.
- Se estableció un sistema nacional de ascensos para los maestros, donde las jerarquías superiores eran reducidas y las oportunidades escasas.
- El movimiento sindical de los trabajadores de la educación de México, el SNTE, según Othón Salazar, no era solamente auxiliar de la burguesía, sino su pilar, es decir, parte integrante del aparato del Estado.
- Se convocaron a diversos paros de labores, aunque las represiones por parte del gobierno de Echeverría Álvarez fueran constantes y severas.[1]
El autor, marcadamente, dio más importancia a cuestiones curriculares, y peticiones incumplidas, con respecto a las represiones sufridas por los contingentes tanto de maestros como de alumnos en las calles nacionales, donde estaban todos aquellos que no se reunían con el presidente a parlotear sobre los avances y las metas de la educación ficticia mexicana.
Por decir algo, podríamos mencionar que en esas 18 cuartillas sólo hay una línea y media destinada a nombrar la matanza de 1971, que fue realizada por el grupo paramilitar de “los Halcones”, y en esa línea no encontramos nada sobre la respuesta del gobierno que, como en muchas otras ocasiones, fue una mera burla:
“Días después en una parodia de investigación, la Procuraduría General de la República destacó el hecho que se habían producido daños en un negocio donde vendían pollos rostizados y que el dueño exigía la reparación del daño por cristales rotos. Más adelante, con grotesco cinismo, el procurador Julio Sánchez Vargas dijo que la investigación del 10 de junio había concluido ya que el dueño de la pollería retiraba las acusaciones por los daños.”[2]
El anterior testimonio, es de una persona que participó en la manifestación, y perdió a su hermano a causa de una bala expansiva en el pecho. Cabe mencionar que dicha protesta pacífica fue la primera seria que se logró después del ’68, donde también tuvo que ver el entonces Secretario de Gobernación (¡a que no adivinan quién!) Luis Echeverría.
A resumidas cuentas, la lectura enaltece las bondades del sexenio de un genocida, y esconde los sentimientos de un pueblo sin voz. No hace nada más que dotarnos de fundamentos sobre salarios magisteriales que ya todos sabemos, y que la prensa de esos días tenía como orden del día porque era algo de lo que se podía hablar.
Para terminar, considero de suma importancia que como docentes, valoremos las situaciones turbias en las que se ha visto envuelta nuestra profesión, y estemos conscientes de que tenemos un puesto con peso político, lo cual nos demanda estar informados y sobre todo alertas. Nunca está de más examinar las disposiciones que llegan a nuestras manos, más cuando tenemos un sistema sindical que sobrevive con dinosaurios en el poder que sólo ensucian la imagen del maestro mexicano a nivel internacional. Pero sobretodo, saber que el estar conscientes y tomar una postura crítica ante las determinaciones que a nuestro puesto atañen, no quiere decir que vamos a ser unos pesimistas al momento de realizar nuestra labor.
No porque todo esté mal, vamos a hacer que las cosas empeoren; al contrario, con la mejor de las voluntades, debemos ayudar a la comunidad estudiantil a que se enfrente con armas sólidas al mundo que le espera afuera. No cerremos los ojos ante lo que sucede. Si bien el ser maestro no es una profesión para hacerte multimillonario… ¿es acaso el ansia de riqueza la que te lleva todos los días frente a tus alumnos?
No se confunda la pregunta anterior con un espíritu altruista hipócrita; no estoy diciendo que regalemos nuestro trabajo, y soy muy consciente de que todo ser humano tiene necesidades básicas que satisfacer con dinero. Lo único que digo, es que al momento de decidir ser maestro, se tiene plena consciencia de que no se va a ser un Carlos Slim, ni un Bill Gates en el futuro.
Todo depende del cristal con que se mire… ¿o no?
Sandra Meza.
[1] MENECES, Ernesto. “La formación de maestros y las escuelas normales”, en: Historia Regional, Educación Básica y Formación Docente en…” , UPN, México, 1995, Pp. 185-203.